LA VISIÓN DE CARONTE
En campaña… los tiempos no importan
Publicado
hace 3 añosen
La tercera ola del COVID-19 está cobrando más víctimas cada día, con un aumento de contagios significativos y un polémico horario limitante a la movilidad, cierre de fuentes de trabajo, contracción económica y un panorama cada vez más difícil, pero eso… parece que a nadie le importa.
Autoridades, lejos de asumir responsabilidades y hacer cada quien lo que les corresponde, vemos que las prioridades de muchos están enfocadas a mantener su imagen pública, pensando en un proceso electoral aún lejano (2024), mientras que el ciudadano común, quizá por fastidio o quizá por resignación, muchos acuden a lugares con concentraciones masivas o se niegan a seguir las medidas sanitarias establecidas.
Pero no importa, existen prioridades, por ejemplo, abrir las escuelas el próximo 30 de agosto, aunque en los estados donde se ha realizado, los mismos contagios han obligado a volver a cerrar. Dicho desde Palacio, es necesario que reinicien las clases, (¿?); es un tema difícil, pues al Sistema Educativo Mexicano, con evidentes rezagos hasta antes de la Contingencia Sanitaria, le ha tomado meses poder adaptarse o más bien decidirse a buscar soluciones, pero lamentablemente para todos, no las ha encontrado.
En Yucatán las escuelas públicas desde marzo de 2020 permanecen vacías, con los docentes trabajando desde casa, con jornadas de trabajo mayores a las habituales, pero ejerciéndose el presupuesto que ya está destinado para ello. ¿Se les aplica las reformas de la Ley Federal del Trabajo por teletrabajo?, no en la mayoría de los casos.
¿Y las escuelas privadas? Muchas están cerrando al disminuir su matrícula. La gente ya no tiene trabajo, no hay recursos. El Sistema Educativo está colapsando.
Pero en la educación pública en Yucatán, hay esperanza, pues se designó como nuevo titular de la Secretaría de Educación en la entidad al vallisoletano Liborio Vidal Aguilar, por su “capacidad de gestión”. Es un político con experiencia…, política, que tiene una meta bien definida y es ser Gobernador, no importa qué partido lo postule, está seguro de ganar. La titularidad de la SEGEY le proporciona la pasarela ideal para recorrer todos los municipios yucatecos, realizando una campaña de tres años. Esperemos que las gestiones en la SEGEY, en realidad se enfoquen en levantar el Sistema Educativo en Yucatán y no sólo sean acciones de campaña, a la que van a ir incorporando a un nuevo estilo de panistas, muy diferentes a aquellos de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Aunque no todo está dicho. Falta ver qué hacen los otros aspirantes dentro del PAN, quienes también tienen reflectores y seguramente no dejarán el paso libre tan fácil.
Tres años faltan. Aún no concluyen las administraciones electas en 2018, pero ya inició la cuenta regresiva para el 2024.
Hasta la próxima…
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Las elecciones ya pasaron y poco a se disuelve la efervescencia del proceso electoral y en Yucatán los votos favorecieron a los postulados por Acción Nacional, mientras que el PRI vio una de sus peores campañas con derrotas abrumadoras y todo ello enmarcado por un incremento en los contagios por el COVID-19.
La euforia o decepción de los resultados electorales fue superada a escasos cuatro días después de las elecciones, con nuevas restricciones, un nuevo impuesto por realizar reuniones y cierre de negocios, buscando encontrar culpables por el avance de la pandemia en Yucatán.
Todo ese entusiasmo de candidatos y seguidores queda en el pasado, ahora veremos meses difíciles para muchas familias yucatecas, pues de un plumazo aumentó el número de desempleados. ¿Afectará esto a las elecciones siguientes de 2024? No, para nada, faltan tres años y no importa lo que ocurra ahora porque en tres años todo se habrá olvidado.
Lo que ocurra en este y el próximo año no tendrá mucho impacto electoral, la memoria a corto plazo lo borrará y entonces veremos en la carrera por la gobernatura y el Senado de la República a los mismos nombres, pero con escenografías diferentes, con sonrisas aún más ensayadas y, lo peor, con seguidores que van a creer y volverán a confiar.
Pero quizá no olviden aquellos que perdieron a familiares, amigos por el COVID-19, o se quedaron sin bienes materiales, o quienes debieron abandonar estudios porque su familia ya no podía costearlo. De esos ciudadanos, muchos no van a olvidar, pero también para eso hay solución: encontrar culpables, o cambiarse de camisetas, de colores y banderas de partido. Eso les funcionó muchos y perjudicó a otros.
Estas elecciones mostraron muchas cosas, se pueden dar muchas lecturas, pero hay un aspecto en particular que no se debe perder de vista: el PAN se fortaleció con la división del PRI, pues muchos inconformes abanderaron las campañas de otros partidos.
Otro aspecto que quedó en evidencia es que Yucatán sigue siendo bipartidista, pero con un cambio de colores. Ya no es PAN y PRI, ahora vimos cómo se convirtió en Acción Nacional y Morena, con un tricolor desmadejado, sin rumbo y sin saber a ciencia cierta qué hacer para recomponerse.
Pero por encima de todo, antes de pensar en reconstruir un partido, sea cual sea, lo más importante es enfocarse en reconstruir el estado, con una auténtica política de Estado, con una auténtica poliarquía (que busque y encuentre un auténtico equilibrio de Poderes), únicamente así se podrán reducir los índices de pobreza, desempleo, inseguridad y depresión que tanto afligen a los yucatecos.
¿Será posible que las autoridades que tomarán posesión en septiembre próximo generen cambios positivos? Difícil, pero los ciudadanos aún tenemos esperanza. Ojalá que la segunda mitad de este sexenio no se convierta en una pesadilla.
Hasta la próxima…
Las campañas políticas cierran con cifras alegres, discursos triunfalistas y aplausos, que distraen la atención de un país donde la muerte se pasea y el ciudadano espera en silencio y resignación frente al desinterés de la clase política que hace promesas sin saber cómo cumplirlas, pero no pasa nada: llegamos al tiempo de las elecciones.
El próximo domingo tendremos nuevamente el cumplimiento de un viejo ritual en la vida política del país. Veremos acarreos, descalificaciones de resultados, proclamaciones de triunfo y revanchismo, mucho revanchismo, como válvula de escape de viejos rencores acumulados. Pero esto no nada nuevo; en mayor o menor medida lo vemos en cada ciclo, el problema es que tenemos un proceso electoral intermedio en uno de los peores escenarios que se pudo haber imaginado, con una pandemia que sigue cobrando vidas (más de un cuarto de millón de muertes, según las cifras oficiales y una cifra de contagios al alza).
Además, las perspectivas de desempleo, persecución fiscal y caída del poder adquisitivo es una constante. El mexicano, considerado entre los pueblos más felices, está sumiéndose en la depresión y los suicidios van en aumento. Yucatán se encuentra con los índices más altos en este rubro. Al recuento de una caótica situación social, nos encontramos con violencia, inseguridad y colapso de los sistemas de salud, donde las medicinas escasean.
Sin embargo, las prioridades son otras y los decretos vienen a resolver las carencias. Ya lo vimos en Yucatán, donde por decreto se estableció que el COVID-19 tiene sus horas y días de contagio, y por lo tanto se restringió la movilidad y se aplicaron medidas cuestionables, que posiblemente se vean reflejadas en las urnas este domingo.
Y después de más un año de confinamiento, en un momento con incremento en los contagios diariamente, nuevamente por decreto llega la solución. El regreso urgente de las clases presenciales, la reincorporación de las actividades y la inobservancia de la sana distancia en los eventos políticos, pues parece que todos los candidatos se sienten inmunes al contagio y esa inmunidad la transmiten a sus simpatizantes, quienes en los cierres de campaña acudieron como si no existiese un mañana, pero lamentablemente para muchos en realidad no les quedarán muchos mañanas después de estos actos de campaña.
¿Suena lúgubre o de mal gusto? No, sólo es la descripción de lo que está ocurriendo entre el desconocimiento, la inoperancia y la falta de sentido común de muchos ciudadanos siguiendo el ejemplo de sus líderes. Parece comedia verlos tan sonrientes, pero en realidad detrás se esconde la tragedia de la que nadie habla y sobre la que tenderán un manto de silencio, culpando a otros, en vez de asumir responsabilidades y encontrar soluciones.
Vivamos este domingo el proceso electoral, pero, sobre todo, cuidémonos para vivir muchos más días y luchar por ese Yucatán ideal al que aspiramos, dentro de un México que anhelamos.
Hasta la próxima…
LA VISIÓN DE CARONTE
La debacle política y la pobreza política
Publicado
hace 3 añosen
mayo 18, 2021En las elecciones intermedias en el país, los ciudadanos tienen frente a sí una pobre oferta política, marcada por el desastre y desorden en el seno de los partidos, candidatos y campañas, a tal grado que en Yucatán se han dado simulaciones, cambios de candidatos y pérdida de fronteras ideológicas.
En un proceso electoral tan esperado, resulta extraño que los partidos políticos no hayan podido presentar cuadros estructurados y hayan presentado en algunos casos candidatos “inelegibles”, o no hayan cumplido con cuotas de género y hasta hayan ignorado abiertamente disposiciones específicas como representatividad “indígena” (para muchos ese término sigue siendo peyorativo).
Sea como fuere, vimos en la selección de candidatos cómo se movían los hilos de personajes convertidos en dedos electores al decidir e ignorar en muchos casos a los propios militantes, quienes debieron callarse y apoyar a sus nuevos candidatos, llegados de otros partidos.
En el oriente del estado tenemos un ejemplo. Ahí la ley electoral marcó que su candidatura debía ser para alguien de origen indígena, por cuestiones poblacionales. Esto ya se sabía, los partidos políticos debían haber postulado a quienes cumplieron esos requisitos, pero no fue así y el resultado es que se impugnaron cuatro candidatos, de quienes tres perdieron su registro.
Primeramente, el PAN había postulado al panista de reciente cuño, ex priísta, ex perredista, ex verde ecologista, Liborio Vidal Aguilar, como candidato a Diputado Federal por el Primer Distrito, quien ante el embate legal por su origen no indígena, obtuvo cartas de apoyo de agrupaciones campesinas, recorrió comunidades y hasta se hizo una limpia por un chamán (al más puro estilo López-Obradorista), para obtener la ascendencia requerida.
En última instancia hasta recurrió a baby yoda, pero fue inútil. La candidatura le fue retirada y curiosamente, en una de las sesiones del Tribunal Electoral, hablando de casos similares, se destacó que debía ponerse atención para evitar la simulación. En otras palabras, se trata de identidad, aspectos socioculturales, origen y pertenencia.
Vidal Aguilar, ex alcalde de Valladolid, exdiputado federal y ex secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado, pese a haberle sido retirada la candidatura desde abril, siguió haciendo campaña como candidato y ahora, ya sin ninguna instancia a quien recurrir, construye una imagen de poder detrás del sustituto. Todo sea por mantenerse vigente para las elecciones de 2024, dentro de cuyo contexto no sería extraño verlo integrarse al gabinete de Mauricio Vila Dosal.
La otra candidata que perdió su registro fue la ex alcaldesa de Valladolid, abanderada de Morena, Alpha Tavera Escalante, también ex priísta, quien se abstuvo de hacer campaña a la espera del resolutivo, pero que no puso interés por impugnar, pues no firmó el recurso de revocación de su candidatura.
Y el tercero en perder su candidatura fue el representante de Movimiento Ciudadano, Jorge Canul Rubio, también ex priísta, quien tuvo un papel más discreto, quizás por estar consciente de sus pocas posibilidades de triunfo.
En ambos casos tenemos a ex priístas, quienes no pudieron acreditar sus orígenes indígenas, habiendo sido postulados en una demarcación donde precisamente ese era uno de los requisitos primordiales: tener ascendencia maya. A Canul Rubio no le bastó el apellido.
¿Y los demás casos? ¿Candidatos inelegibles, renuncias, inconformidades y campañas grises o inexistentes? Bueno, hay mucho en el tintero y lo tocaremos la próxima semana.
A poco más de dos semanas de las elecciones, el ciudadano se pregunta si debe salir a votar, la respuesta es sí. Esperemos que el voto ciudadano, en estos tiempos de pandemia, sea más certero y elija, si no al mejor, sí al menos malo.
Hasta la próxima…