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Madre América: Ecuador

PENSAMIENTO MÈDICO Y LA GRIPE ESPAÑOLA EN EL ECUADOR

Germán Rodas Chaves

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La pandemia gripal a la que hago referencia en estas líneas fue llamada, inadecuadamente, “gripe española”, debido a que en la península Ibérica la información sobre las características de esta enfermedad fue constante y abundante, más allá de que el origen de este padecimiento ocurrió en los Estados Unidos, desde donde se propaló el virus en medio de tres ciclos diferentes que acontecieron entre marzo de 1918 y febrero de 1919, dejando en el planeta alrededor de 70 millones de muertes.

La denominada “gripe española” se irradió en los momentos finales de la primera guerra mundial (1914-1918) provocando un holocausto mayor que la propia conflagración. La transportación al continente europeo de tropas norteamericanas –algunos de cuyos soldados estuvieron contaminados por el virus- precipitó que tal espacio geográfico fuera, inicialmente, el más afectado. Ulteriormente se contagiaron otras regiones del planeta.

En el Ecuador, en el mes de octubre de 1918, la prensa local advirtió a las autoridades sanitarias –nutriéndose de la información periodística internacional, particularmente del diario ABC de Madrid y del periódico norteamericano The Evening World- sobre el avance de la epidemia gripal que a su paso había provocado miles de víctimas.

Lo referido exigió que el Ministro del Interior y Sanidad, José María Ayora, pidiera a su hermano Isidro, entonces decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, que elaborara un instructivo para confrontar la epidemia y preparar, de esta manera, a la población local frente a la acechanza de la “gripe española”.

El doctor Isidro Ayora, junto a los profesores de la Facultad de Medicina Luís Dávila y Aurelio Mosquera Narváez, trabajó un instructivo con normas higiénicas fundamentales y prácticas para resistir los efectos de la gripe. Tal material de difusión fue concebido bajo la orientación del pensamiento médico higienista europeo, de tal suerte que se involucró en las acciones de respuesta a la epidemia a otras instituciones como el Cabildo e inclusive se implicó, en esta réplica, a las farmacias de la ciudad.

La opinión referente a que la “gripe española” se desplegaría con rapidez y virulencia en los climas fríos y de altura, favoreció en nuestro país la noción que tal pandemia –cuando ésta irrumpiera en el Ecuador- afectaría exclusivamente a las poblaciones de las ciudades de la sierra. Por ello cuando el 13 de diciembre de 1918 se detectó que la gripe había llegado a Guayaquil –debido al arribo a esta ciudad de una pequeña embarcación proveniente desde un puerto peruano, uno de cuyos tripulantes tuvo el virus gripal- la desazón y sorpresa de las autoridades sanitarias fue enorme, más allá de que la expansión de la enfermedad en dicha ciudad no aconteció finalmente.

El mal que sobresaltó a Guayaquil tuvo vía de transmisión hacia la Capital ecuatoriana mediante una unidad de soldados pertenecientes al batallón Marañón –afincado en la Capital- que fueron transportados por tren desde Guayaquil a Quito, rompiendo inconsultamente el cerco epidemiológico que se había instituido. La “gripe española” –ahora si en un medio geográfico que favorecía su desarrollo- fue detectada en Quito el 16 de diciembre de 1918. Al día siguiente, por disposición de las autoridades de higiene, se cerraron las instituciones de educación, se clausuraron las actividades públicas y se informó a la población de la circunstancia epidémica.

En este entorno, los médicos fueron organizados no sólo para que atendieran a los contagiados en determinados lugares de la ciudad, sino para que pudieran examinar a los posible aquejados del virus gripal en sus propias viviendas -a más de que efectuaran controles profilácticos en diversos sitios de la ciudad- todo ello en medio de un seguimiento clínico adecuado a los casos identificados como víctimas de la epidemia.

No cabe la menor duda que la réplica de los encargados de enfrentar la “gripe española” en el país, denotó la adscripción de ellos al pensamiento higienista público, corriente cognoscente médica que había comenzado a desarrollarse en el Ecuador en el gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez (1901-1905) y que fuera impulsada, posteriormente, por Alfaro en su segundo periodo presidencial (1906-1911) dejando de lado al pensamiento epistémico del asistencialismo público, establecido en la primera etapa alfarista (1895-1901).

El 19 de enero de 1919, las autoridades sanitarias del país señalaron que la epidemia de la “gripe española” había sido controlada y procedieron a autorizar la reanudación de clases, entre otras cosas. La sub-dirección de Sanidad reportó, en 1919, que en Quito se habían presentado 15.070 casos de gripe y 185 defunciones por esta misma circunstancia.

Contrastada la realidad local con lo que había acaecido, por ejemplo, en México o en Bogotá –en donde ocurrieron miles de muertes- las circunstancias de la epidemia gripal fueron bastante bien controladas y todo ello fue posible debido a los criterios preventivos que impulsó el médico Isidro Ayora.

Ayora había comprendido que la pandemia debía ser advertida en un contexto en donde las relaciones y los equilibrios sociales y socio-ambientales se habían afectado o alterado y que, por todo ello, las acciones del estado frente a la enfermedad debían también dar cuenta de esta realidad involucrando en su respuesta contra la gripe a los diversos estamentos del poder y de la sociedad.

Madre América: Ecuador

2021: Elecciones en Ecuador

Adalberto Santana

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La desestabilización política, económica y social en la región latinoamericana en nuestros días, es alentada para legitimar golpes de Estado. Tal como fue en el caso de Bolivia en noviembre de 2019,  por  el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Triste personaje que aliado a las derechas regionales parece apuntarse nuevamente en el caso de Ecuador para evitar y obstruir el triunfo del candidato  de la coalición Unión por la Esperanza (UNES). Recordemos que Andrés Arauz, fue ministro de Economía en el gobierno del ex presidente Rafael Correa y figura con las mayores probabilidades de obtener la presidencia de ese país sudamericano.

En las elecciones del 7 de febrero de 2021, a las que están convocados más de 13 millones de ciudadanos ecuatorianos, se disputan tanto la presidencia como la elección de los representantes al Parlamento Andino y 137 Asambleístas para el mismo período 2021–2025. En esos comicios figuran 16 aspirantes a ocupar el Palacio de Corondelet: Andrés Arauz (Unión por la Esperanza), Lucio Gutiérrez (Partido Sociedad Patriótica), Gerson Almeida (Ecuatoriano Unido), Isidro Romero (Partido Avanza), Carlos Sagnay (Partido Fuerza), Ximena Peña (Alianza País), Xavier Hervas (Izquierda Democrática), Pedro Freile (Movimiento Amigo), César Montúfar (Alianza Honestidad), Yaku Pérez (Pachakutik), Giovanny Andrade (Unión Ecuatoriana), Gustavo Larrea (Democracia Sí), Guillermo Lasso (Alianza CREO-PSC), Guillermo Celi (Partido SUMA), Juan Velasco (Movimiento Construye) y Paúl Carrasco (Juntos Podemos).

En los más recientes comicios realizados en Bolivia en 2019, Luis Almagro y la Secretaría General de la OEA, también operaron junto con las derechas bolivianas para evitar el triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS). Sin embargo, finalmente ganó el candidato de las izquierdas, victoria que fue inobjetable por el gran respaldo de la mayoría de los ciudadanos del Estado Plurinacional de Bolivia,  pese a la guerra sucia que contra Luis Alberto Arce Catacora impulsaron los partidos de las derechas bolivianas y sus aliados externos como Almagro y el gobierno estadounidense de Donald Trump.

Ahora contra el candidato más popular de Ecuador, el correísta Andrés Arauz, hay también toda una campaña para impedir su triunfo. Tal como el mismo ex presidente Rafael Correa lo ha denunciado:

Lenín Moreno sabe que no tendrá donde esconderse, es de las peores basuras que ha parido nuestra América y ya fue a marcar tarjeta con Almagro en la OEA, probablemente para pedir permiso para suspender elecciones o cualquier cosa. Seguramente para pedir refugio allá, porque si pierde las elecciones sabe muy bien que no tendrá dónde esconderse por la represión, el saqueo y porque el corrupto siempre fue él”.

Incluso en ese tono de afirmaciones, el mismo ex mandatario sudamericano que ha tenido que vivir en el exilio producto de las traiciones y  persecución del actual mandatario ecuatoriano: “Lenín Moreno terminará preso si la justicia así lo dictamina, pero puedo asegurar que es un corrupto. Solo por traición a la Patria, por autorizar la entrada de la policía británica a nuestra Embajada y vender a Assange por 30 monedas”.

Pensemos que hace poco había dos ex presidentes en el exilio Evo Morales de Bolivia, que tras la  gran derrota de las derechas bolivianas pudo regresar del exilio argentino y mexicano. En tanto que Correa ha continuado en el exilio impuesto por Lenin Moreno. Personaje que después de ganar  las elecciones de su país de 2017  apoyado por el mismo partido del correísmo, Alianza País, decidió traicionar ya en el poder  a su antecesor y plegarse a los políticas neoliberales todavía impulsadas por los gobiernos neoconservadores de Colombia, Chile, Perú y Brasil. A la par de ejercer una brutal persecución que ejerció “Lenin el malo”, y que se desarrolló contra sus antiguos camaradas teniendo algunos de ellos que buscar el camino del exilio. Rafael Correa se refugió en Bélgica y Ricardo Patiño el ex canciller de Ecuador en México. De la misma manera que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, le brindó asilo a Gabriela Rivadeneira, ex presidenta de la Asamblea Nacional de la República del Ecuador (2013-2017), tras asilarse en la Embajada de México en Quito por la persecución del gobierno de Moreno. Ver: “Crisis en Ecuador: quién es Gabriela Rivadeneira, la destacada figura del ‘correísmo’ que pidió refugio a México.”  https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50036804

A la serie de campañas sucias contra Andrés Arauz, también se han sumado diversos medios de información, destacando la ultraderechista revista colombiana  Semana, que divulgó una serie de fake news (noticias falsas) al afirmar que la guerrilla colombiana (Ejército de Liberación Nacional) estaba financiando la campaña del más popular candidato a la presidencia ecuatoriana. Incluso promoviendo un video donde se le hace una “objetiva” entrevista a Lenin Moreno donde el propósito principal y subliminal es descalificar a la UNES, Arauz y a Correa.

Pero lo que se puede inferir que todas estas campañas de las derechas latinoamericanas en su guerra sucia de propaganda anti Andrés Arauz y contra los candidatos de la  UNES, es para impedir su virtual triunfo. Todo esto pone de manifiesto el claro temor de los sectores derechistas ecuatorianos que ven cada vez más cercana su derrota y el nuevo  triunfo de las fuerzas progresistas en Ecuador. Situación muy semejante  a las campañas que las fuerzas neoconservadoras lanzaron en las elecciones de México y Argentina en  2018 contra Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, candidatos progresistas que resultaron ganadores como también aconteció con  el triunfo arrollador de Luis Arce Catacora en Bolivia en 2020.

De ahí que las derechas  ecuatorianas sin querer queriendo,  han tenido que hacer lo que apunta el refrán para que no sea una sorpresa su nueva derrota: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.

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La independencia del “estado de Quito”

Germán Rodas Chaves

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El 4 de diciembre de 1811 se instaló el “Soberano Congreso de Quito” compuesto por 18 miembros, en representación del Cabildo, del clero, de las ordenes religiosas, de la nobleza, de los barrios de Quito y de las poblaciones de Ibarra, Otavalo, Latacunga, Ambato, Riobamba, Guaranda y Alausí. El Congreso en referencia, asimismo, el 11 de diciembre del mismo año, declaró la independencia del Estado de Quito frente a España.

Adicionalmente, este mismo Congreso Constituyente, el 15 de febrero de 1812, promulgó la Constitución denominada “Artículos del pacto solemne de sociedad y unión entre las provincias que forman el Estado de Quito”.

Las deliberaciones del Congreso de Quito se produjeron en el contexto de abiertas confrontaciones entre quienes defendían los intereses de la metrópoli y quienes las combatían. Tal contradicción provocó que los criterios divergentes y de confrontación se expresaran en posiciones extremas y radicales.

En efecto, los seguidores de Carlos y Pedro Montufar, quienes fueron denominados montufaristas, habían expresado la validez histórica de la independencia frente a España, no obstante, al mismo tiempo, señalaron la conveniencia de seguir fieles a Fernando Vll. De otro lado, la “bancada congresil”, conocida como la de los “Sanchistas”, adhirió y defendió la propuesta del marques de la Villa de Orellana, Jacinto Sánchez, quien reclamó la independencia integral frente a España y de sus Reyes y propugnó un gobierno Republicano, formulando, de esta manera, una actitud de absoluta ruptura con el coloniaje.

La circunstancia descrita expresó una confrontación trascendental entre los monárquicos y los republicanos, realidad que debe ser valorada en su dimensión histórica, pues estuvo atravesada no sólo por intereses y reacomodos internos, sino por una carga ideológica de enorme significación que denotaba, de una parte, la adhesión a las ideas de cambio y, de otro lado, la presencia de composturas conservadoras.

Tal fue el denuedo en la confrontación, que los llamados Sanchistas abandonaron el Congreso de Quito y se instalaron en otra localidad, en la Latacunga, desconociendo el Pacto Solemne y al Gobierno. Luego, con un ejército al mando del cubano Francisco Calderón avanzaron hacia Quito con el objetivo de imponer sus ideas.

La confrontación  entre las fracciones señaladas favoreció, finalmente, para que las tropas realistas –movilizadas desde Santa Fe de Bogotá y desde Lima- retomaran el control de las diversas regiones que habían adherido a la propuesta y a las determinaciones emanadas en el Congreso de Quito.

En suma, las contradicciones de los Patriotas fueron aprovechadas para debilitar y, luego, derrotar al movimiento libertario. En este entorno llegó el fin de la “Revolución Quiteña”, ciudad símbolo de esta lucha, a la que las tropas encargadas de impedir la independencia la reconquistaron el 8 de noviembre de 1812.

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Cubano precursor de la independencia del Ecuador

José Antonio Quintana García

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A la ciudad de Guayaquil arribó el cubano Francisco Xavier Calderón, al parecer cuando el siglo XVIII  expiraba, la fecha exacta aún es desconocida por los historiadores. Había nacido en La Habana el 3 de diciembre de 1770. Era hijo del español José Calderón, natural de Santur, provincia de Navarra y de la habanera María Ignacia Díaz Núñez.

A pesar de su juventud, venía a desempeñar un alto cargo en la burocracia colonial, el de Ministro Contador de las Reales Cajas y Tesorero Oficial. Buen partido era para las jóvenes casaderas de Guayaquil. Muchas debieron fijar sus ojos en el apuesto funcionario. Pero sólo una de ellas llamaba su atención. Se llamaba Manuela de Jesús. En verdad él casi le doblaba la edad, pues ella había nacido el 8 de junio de 1784. La atracción recíproca creció durante sus visitas a Francisco Ventura de Garaycoa y Romay,  Capitán de Maestranza del Astillero y Factor de la Real Renta del Tabaco, natural de La Coruña, en Galicia, quien aceptó la relación amorosa.

El suegro era una de las personalidades más influyentes de Guayaquil, dado el desempeño de importantes cargos: Capitán de milicias, Alcalde ordinario, Procurador General, Maestre de Campo, casado con María Paula Eufemia de Llaguno procrearon 21 hijos.

Cuenca

En 1800, Francisco fue nombrado Tesorero Real de las Cajas de Cuenca. Antes de partir contrajo nupcias con Manuela, en el mes de marzo. Ella quedó embarazada al poco tiempo y el 6 de enero de 1801 nacía Mercedes, la primogénita, bautizada en la Iglesia Matriz de Guayaquil, ciudad donde vio la luz primera.

Para realizar el largo viaje en mulo, por caminos casi intransitables, debían vencer unos 200 kilómetros de distancia, o quizás más debido a lo abrupto del terreno. Por este motivo esperaron que la niña estuviera fuerte. En 1802  el matrimonio se reunió Cuenca,  ciudad fundada el 12 de abril de 1557 por el capitán Gil Ramírez Dávalos, quien cumplía órdenes del virrey español Andrés Hurtado de Mendoza,  como este era natural de la ciudad de Cuenca, en España, así quedó nombrado el nuevo poblado.

 Se hospedaron en una amplia casa que pertenecía a Margarita Torres, mujer de Francisco Paulino Ordóñez. El inmueble estaba ubicado de la Calle Real (hoy Bolívar), en la esquina opuesta al templo de San Agustín (que después fue reemplazado con el de San Alfonso)

El nuevo año de 1806 comienza feliz para Francisco y Manuela, el 6 de enero nace una robusta hija Baltazara Josefa. Al día siguiente las familias cuencanas felicitan al matrimonio que acude a la Catedral para bautizar a la niña, oficio que realiza el doctor Mariano Isidro Crespo, cura rector del templo. El padrino doctor Manuel Días de Avecillas, y testigos Pedro Heredia y Domingo Bustos.

El ambiente político que encontró Francisco en Cuenca era favorable a la independencia de España. Todavía los vecinos de la ciudad recordaban los sucesos del 25 de marzo de  1795 cuando en diferentes lugares  aparecieron letreros alegóricos a la libertad. Entre los sospechosos  detenidos por las autoridades estaban Paulino Ordóñez, Fernando Salazar y Piedra y Joaquín Tobar. Como ya hemos dicho en la vivienda de la esposa del primero de ellos se hospedó el cubano con su familia.

Acerca de la incorporación de Francisco al movimiento independentista ha relatado Rodolfo Pérez Pimentel, cronista vitalicio de Guayaquil:

Cuando iba a estallar la revolución del 10 de Agosto en Quito…el Capitán Juan Salinas, comprometió secretamente en Quito al Sargento Mayor Mariano Pozo, riobambeño de 36 años de edad, para que propagara las ideas independentistas en Cuenca, ciudad a la que tenía que viajar con una escolta de catorce soldados a su mando, a relevar a los que estaban en esa urbe. El 8 de Agosto arribaron a Cuenca y según parece el Sargento Pozo conversó con Calderón, noticiándole de los aprestos revolucionarios, que solo se conocieron días después cuando el posta Blas Santos llevó la nueva al interventor de la Renta de Correos Joaquín Tovar, regándose la novedad en toda la ciudad.

Una carta enviada a Pozo desde Quito fue requisada por José Neyra y Vélez, que la entregó al Gobernador Melchor Aymerich, quien pidió a García-Calderón que le cediera los caudales públicos a su cargo, con  el pretexto de levantar tropas e iniciar la marcha sobre Quito, pero como no presentó las respectivas libranzas legales, éste se negó”.

La actitud del cubano eran en extremo audaz y podía constarle la vida, no sólo el cargo público que desempeñaba. Los hechos sucedieron con velocidad vertiginosa. El 24 de agosto había invitado a almorzar con su familia al  Alcalde de Cabildo Fernando Guerrero de Salazar y Piedra, y de pronto irrumpió el Teniente de Milicias Manuel Rodríguez y Villagómez. Los detuvo y los trasladó al Cuartel donde permanecieron hasta el 5 de septiembre, día en que fueron remitidos a Guayaquil.

Como represalia, además, le fueron confiscadas sus propiedades. Dejaban en la miseria a Manuela y a sus pequeños hijos. Recibió maltratos en Guayaquil por órdenes del cruel Bartolomé Cucalón. El ensañamiento no concluyó en esta ciudad. A pie, junto a otros insurrectos, fue trasladado a Quito, donde el calvario continuó. Gracias a la intervención de amigos influyentes logró la libertad. Ya no habría marcha atrás. Buscó a las huestes independentistas y se incorporó a ellas.

Francisco Calderón encontró en Quito a las fuerzas revolucionarias divididas. Un partido sólo acataba órdenes del Marqués de Selva Alegre y de su hijo, y el otro las del Marqués de Villa Orellana. Calderón pertenecía a este último partido, y era, como ha expresado el historiador Camilo Destruge, el brazo derecho del líder de la facción.

 Las rivalidades y enconos llegaron a tal extremo con motivo del primer Congreso Constituyente, que se reunió en Quito el 1ro de enero de 1812, que los ocho diputados de la minoría vencida, se trasladaron a Latacunga el 24 de Febrero, y reunidos allí comenzaron a dictar decretos y disposiciones, como si constituyeran un cuerpo soberano .En tanto, Calderón estaba acampado en Alausí, al mando de una pequeña tropa. Recibió la orden de que incorporase a sus hombres a quienes quedaban en Guaranda, luego de la retirada de Arredondo, y se presentara a toda prisa en Quito. Para cumplir el mandato del partido sanchista, así denominaban a los seguidores del Marqués de Villa Orellana, dictó una proclama dirigida a los montufaristas que comenzaba así:

Quiteños ¡albricias! El día de vuestra libertad se acerca. La estatua gigantesca del despotismo va a desaparecer precipitada. Las cadenas que habéis arrastrado ya se rompen…”

Sanchistas y montufaristas llegaron a un acuerdo transitorio, pues el rencor en apariencias sofocado, reverdecería con funestas consecuencias más tarde. Calderón al frente ya de un reforzado contingente entró en Quito, donde el ejército republicano fue reorganizado y  al cubano lo designaron su Comandante en Jefe.

Desde el punto de vista estratégico resultaba de primer orden marchar a Cuenca y desalojar de allí a los españoles. La partida no se postergó y al frente de las huestes libertadoras integradas por 1500 combatientes marchaba Calderón. Salieron de Quito el primero de abril de 1812. En el trayecto entre Lacatunga y Ambato sumaron 600 soldados. Y en Riobamba y  Guaranda completaron, con nuevos ingresos, la columna llegó a tres mil hombres. En Achupallas, Calderón  dividió en tres columnas a su ejército. Una bajo su mando directo, otra dirigida por el teniente coronel Feliciano Checa y la restante por el Sargento Mayor Manuel Aguilar. El primer encuentro con los realistas ocurrió en Paredones, donde desde una montaña recibieron el fuego artillero. Sin embargo, cuando vieron que los insurrectos avanzaban resueltamente los defensores de la Corona se retiraron, sin causar significativas bajas.

La columna libertadora siguió hasta Culebrillas. Allí acamparon. Aprovecharon el descansado para interrogar a los prisioneros del combate anterior e informarse de la situación del enemigo en el poblado de Biblián. Decido a tomarlo ordenó Calderón proseguir la marcha, amenazada constantemente por grupos de indios, armados con piedras y palos que aparecían y desaparecían en la cima de las montañas.  Quiso presentarles batalla, pero sus capitanes se negaron, aludiendo a que los caminos estaban muy lodosos. Cometió el error de aceptar la actitud de sus subordinados y continuaron avanzando hasta Bibián, donde acamparon tres días.

El 24 de junio logró las primeras victorias; sin embargo, la desunión brotó de su estado mayor. Algunos oficiales no estaban de acuerdo con la férrea disciplina que estableció el cubano y lo destituyeron de la jefatura del Ejército Libertador. Acató la resolución y partió en calidad de comandante de las fuerzas del Norte en Ibarra. Con seiscientos hombres reinició los combates por la independencia de Ecuador y, en Pasto, cuando pretendía expulsar a los realistas que dirigía el coronel Juan Sámano, fue derrotado y cayó en poder del enemigo que, sin perder tiempo, lo fusiló aquel 1ro de diciembre de 1812.

Luego de este infausto suceso, la familia quedó en la pobreza. Entre los pocos bienes del Coronel Calderón que le fueron embargados, estaba un hato en Sancay, sus muebles, hasta los vestidos y todo fue rematado en provecho del erario. Su hijo Abdon siguió el ejemplo para convertirse en el “niño héroe” de la batalla de Pichincha.  

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