A propósito del
cuadragésimo séptimo aniversario de la Cineteca Nacional, lo menos que puedo
decir es que gracias a esa institución,
muchas generaciones de capitalinos, primero, y de mexicanos de todas partes,
más tarde, hemos tenido la oportunidad de adentrarnos en otras culturas, en
formas de ser y de pensar de lugares remotos en geografía y tiempo y en
realidades diversas.
No temo equivocarme
si aseguro que, a la par de la lectura o complementaria a ella, muchos jóvenes
desde hace casi 5 décadas, crecimos, nos formamos, aprendimos, cuestionamos,
entendimos o nos confundimos, soñamos, conocimos, llegamos a lugares
lejanísimos y nos sumergimos al interior de nuestros pensamientos y nuestros
sentimientos de la mano de los grandes realizadores.
Para los que hoy son
jóvenes y tienen la posibilidad de acceder a toda la creación cinematográfica
de la historia a través de alguno de sus dispositivos y de las múltiples
plataformas existentes, debe sonar extraño saber que 20, 30, 40 años atrás, la
presentación de la Muestra Internacional
de la Cineteca era un acontecimiento que esperábamos todo el año, porque
era la ocasión de acercarnos y dejarnos deslumbrar con el quehacer de los
cineastas más importantes.
El domingo 17 de
enero de 1974 se inauguró la “primera”
Cineteca Nacional en el sitio donde se encontraban los foros de los Estudios
Churubusco, sede actual del Centro Nacional de las Artes. En esa fecha se
proyectó la cinta de la Revolución Mexicana, “El Compadre Mendoza” filmada en 1933 por el director Fernando de
Fuentes.
Tres años más
tarde–1977–tuvo lugar la Primera Muestra
Internacional de Cine y en 1980 inició el Foro Internacional de la Cineteca. Sin embargo, ese edificio, obra
del arquitecto Manuel Rocha Díaz, tuvo una vida breve: la tarde del 24 de marzo
de 1982, durante la exhibición de la película La Tierra de la Gran Promesa
del polaco Andrrzej Wajda, un incendio, que se prolongó por 16 horas, consumió
la construcción, así como unas seis mil quinientas cintas, casi 10 mil libros y
revistas y más de 2 mil guiones.
Se buscó otra sede y
la nueva Cineteca empezó a funcionar en enero de 1984, en la Plaza de los
Compositores, en la zona de Coyoacán en la Ciudad de México. En 1994 se
inauguraron ahí las bóvedas de almacenamiento, con controles de humedad y
temperatura, para el resguardo adecuado del material fílmico.
Fue ahí,
principalmente, donde supimos que existía “otro
cine”, uno que no siempre llegaba a los circuitos comerciales ni provenía
de Hollywood. Conocimos el trabajo de creadores europeos, asiáticos,
latinoamericanos y mexicanos gracias a las muestras, los foros, los ciclos, las
retrospectivas.
Ese recinto nos dio
la oportunidad de acercarnos a cineastas como Igmar Bergman, Akira Kurosawa,
Wim Wenders, Francois Truffaut, Bernardo Bertolucci, Luis Buñuel, Federico
Fellini, Krzysztof Kielowski, Emir Kusturica, Peter Greenaway, Woody Allen,
Oliver Stone, Martin Scorsese, Stanley Kubrick, Brian de Palma, Sergio Leone,
Francis Ford Coppola, Arturo Ripstein, Felipe Cazals. Por supuesto, son menos
pero también importantes las realizadoras que conocimos ahí: la francesa Agnés
Varda, la norteamericana Sofía Coppola, la mexicana María Novaro.
Tantas anécdotas,
tantos recuerdos; dos muy puntuales, el primero, cuando exhibieron 1900 de
Bertolucci. Tas poco más de dos horas, vino el intermedio, prendieron las luces
y se acabó la función, porque una película de 5 horas 15 minutos no podía
presentarse de una sola vez, quien quiso terminar de verla debió acudir al día
siguiente y quien no pudo, se perdió la mitad.
La segunda
remembranza es respecto a la planeación cronométrica para disfrutar dos o tres
filmes el mismo día y así cubrir la mayor cantidad de cintas en el tiempo
disponible. Teníamos los minutos contados para pasar de una sala a otra, con
los boletos adquiridos de antemano.
Desde hace algunos
años tanto la Muestra como el Foro se presentan también en sedes
alternas, en horarios más amplios y, afortunadamente, en otras entidades del
país, con lo que un público mayor tiene la oportunidad de ver buen cine.
Felicidades Cineteca Nacional y felicidades a quienes tanto hemos podido ver,
vivir y sentir ahí.