Este
viernes 9 de abril iniciarán las campañas electorales en Yucatán. Después de
destapes, especulaciones y conflictos internos, los partidos políticos han
definido quiénes competirán por más de 800 cargos de elección popular. Uno de
ellos, Rommel Pacheco Marrufo, ha captado la atención por ser una figura que no
necesita mayor presentación y porque su candidatura emana, inesperadamente, del
PAN. La polémica que rodea a Rommel es digna de análisis porque representa las
contradicciones del actual régimen político.
¿Es
un problema que “sólo” sea un deportista? No. Rommel puede ser votado, toda vez
que es mexicano de nacimiento y no es ministro de culto, consejero electoral ni
se halla en alguno de los supuestos que lo impidan, según la Constitución.
Oponerse a una candidatura por la profesión, escolaridad o extracción social del
aspirante es un argumento contrario al espíritu de la ley, que pretende dar
cabida a todos los ciudadanos sin cortapisas de género, etnia o clase social.
Juristas, docentes, campesinos, payasos, costureras, atletas o comerciantes
pueden ser votados si cumplen con los requisitos constitucionales.
Esto
recuerda, además, que no existe correlación entre el grado académico de la
persona y el correcto y honesto desempeño de sus funciones. De la tecnocracia heredamos
ejemplos de dudosa reputación como los de Carlos Salinas de Gortari, Doctor en
Economía Política y Gobierno por la Universidad de Harvard, o Felipe Calderón
Hinojosa, Maestro en Administración Pública por la misma universidad. Cabe
mencionar, sin embargo, que Rommel Pacheco cuenta con credenciales que prueban
su experiencia en ciertas áreas. Es Licenciado en Administración de Negocios,
atleta de alto rendimiento y miembro del ejército mexicano.
Por
tanto, el cuestionamiento a su candidatura no debe sostenerse en argumentos tan
endebles, sino en algo que es sintomático de la descomposición del régimen
político: la incongruencia entre el candidato que se vende como producto de
campaña y los principios del partido que lo cobija. En este caso, salta a la
vista la incompatibilidad entre la orientación ideológica del PAN y la imagen
que Rommel se ha construido como figura pública.
El
PAN sabe que no se trata de un “simple”
deportista. Ha sido medallista en 4 Juegos Panamericanos y se ha ubicado entre
los diez mejores clavadistas en 3 Juegos Olímpicos. Se ha granjeado la admiración
y simpatía de una amplia audiencia con la que comparte valores. En 2018, cuando
intentaron ofenderlo recurriendo al tópico de la orientación sexual, respondió
en Twitter: “en verdad me molesta que
cuando escribes, comentas o haces algo que no es lo “suficientemente masculino”
para ellos, te escriben “gay” como si fuera una ofensa. Vivan y dejen vivir.
#Loveislove #lovealwayswin”. En 2019 expresó su postura acerca del
matrimonio igualitario en ImagenTv: “amor
es amor”.
En
contraparte, el Programa de Acción Política 2021 del PAN declara: “estamos a favor de la defensa de la vida
desde la concepción y hasta la muerte natural, por lo que rechazamos el aborto,
la eutanasia, la pena de muerte y cualquier investigación científica que atente
contra la vida humana”; “el matrimonio es una institución que une
voluntariamente a un hombre y a una mujer con la intención de formar así una
familia”; o “las madres y los padres de familia tienen el derecho preferencial
para determinar el tipo de educación que deben recibir sus hijos e hijas”.
El
Programa no encierra sorpresa alguna, pero existen candidatos, como Rommel, que
tendrán que llevarlo cabo en caso de ser favorecidos con el voto popular. ¿Estarán
comprometidos con los principios del PAN o decidirán remar a contracorriente? La
segunda opción es poco probable, dado que los votos en las legislaturas suelen
otorgarse por bancada y no de manera individual. Ahora bien, la suspicacia
también surge del lado opuesto. Organizaciones ligadas al Frente Nacional por
la Familia se posicionaron desde el mes de enero señalando que no deseaban que
en Yucatán se designaran candidatos “solo
porque son populares en el medio artístico o deportivo” y “que hay personas que llevan una agenda
totalmente contraria al bien común y la ejecutan de una forma muy agresiva”.
Luego
entonces el dicho de “yo voto por la
persona, no por el partido” se encuentra con la enorme barrera de que
nuestra democracia se asienta en un sistema partidista y, por tanto, los
partidos políticos son los que definirán la dirección del gobierno una vez
concluidas las elecciones. Es necesario subrayar que la crítica a la
candidatura de Rommel no es por representar una excepción, sino por ser el
ejemplo más visible de las renovadas estrategias de los partidos para ganar
adeptos, impulsando agendas políticas vetustas encubiertas con un rostro
amable. La indecisión de los ciudadanos para votar en las próximas elecciones
obedece, en buena medida, a que sabemos de antemano, que nos están dando gato
por liebre.