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La campaña electoral en Estados Unidos

Inquietudes ante decisión de Trump de nominar jueza conservadora a la corte suprema

Héctor Hernández Pardo

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Se trata de Amy Coney Barrett, de posiciones antifeministas, a favor de la posesión de armas, dureza frente a la inmigración y fanatismo religioso. Muchos observadores lo vinculan a una estrategia del presidente destinado a impugnar los resultados electorales si le son adversos a su reelección. De ser aprobada por el Senado, lo que es probable dada la mayoría republicana, la balanza en la Corte cambiaría. Sustituiría a la jueza Ruth Bader Ginsburg, conocida por sus posiciones liberales, quien falleciera recientemente. Para los demócratas esa decisión debe corresponder al presidente que salga electo en noviembre, como en su momento pidieron los republicanos en un caso similar con Barak Obama en el 2016.

Un nuevo e importante capítulo se ha abierto en Estados Unidos con la muerte reciente de la jueza Ruth Bader Ginsburg, prestigiosa miembro de la Corte Suprema de ese país y conocida por sus posiciones liberales. Ahora el presidente Donald Trump ha tomado la decisión de nominar en el lugar de aquella a Amy Coney Barrett, de clara tendencia conservadora.

Todos los expertos en política norteamericana coinciden en que dicha decisión no es ajena al actual crucial proceso electoral. Téngase en cuenta que mucha gente en Estados Unidos, y en el mundo, vienen expresando inquietud-y llamando la atención-sobre posibles consecuencias que podría tener en la sociedad de aquel país la terca actitud del mandatario de mantener dudas respecto a su posición en caso de no lograr su segundo mandato en la las elecciones de noviembre próximo.

Para no pocos analistas esa falta de compromiso en torno a una transferencia pacífica del poder,  sus constantes cuestionamientos al voto por correo, la posibilidad de fraude que ha manifestado (sin probarlo), mas el hecho del accionar ascendente en el seno de la sociedad norteamericana de grupos armados de ultraderecha que se manifiestan simpatizantes del mandatario, crean caldo de cultivo para confrontaciones inéditas en la historia constitucional de de Estados Unidos. Algunos politólogos ya hablan del peligro de que pueda desatarse una guerra civil.

Con frecuencia el Jefe de la Casa Blanca expresa públicamente su inconformidad con el proceso electoral y se niega a garantizar que respetará los resultados de las elecciones  de noviembre. En recientes ruedas de prensa, a preguntas de reporteros, reiteró su postura e, incluso, en una entrevista de la pasada semana el gobernante desveló que no descarta que el resultado de la elección sea llevado ante la Corte Suprema si le es contrario a su objetivo.

Como se sabe, el voto por correo está siendo organizado en algunos estados como una medida para proteger a los ciudadanos contra la pandemia del COVID-19, que ya ha contagiado en el país norteño a más de siete millones de personas y registrado más de 204.000 muertos.Esa amenaza de Trump de llevar a la Corte Suprema de Estados Unidos el resultado de las elecciones si le son adversos,  para todos los observadores se relaciona directamente con la decisión inmediata del presidente de nominar para ocupar la plaza vacante en esa institución a la jueza Amy Coney Barrett, quien no sólo reforzaría la tendencia conservadora en la institución judicial, sino que aseguraría para el Jefe de la Casa Blanca un voto en caso de necesidad. Según medios periodísticos, la jueza le debe favores al magnate inmobiliario, quien en el año 2017 la nominó para el 7º Circuito de Apelaciones con sede en Chicago, cargo que desempeña en la actualidad.

De ser aprobada por el Senado la propuesta del presidente, lo que parece probable dada la mayoría republicana en ese estamento congresional, modificaría sustancialmente el balance en la Corte Suprema, que –formada por 9 miembros- hasta ahora cuenta con 5 jueces conservadores y 3 considerados progresistas.

Figuras del Partido Demócrata han expresado su indignación por la premura del inquilino de la Casa Blanca, pues consideran que faltando sólo unas semanas para las elecciones, una decisión de esa importancia debería tomarla el presidente que salga en las urnas, como en un caso similar pidieron los republicanos a Barak Obama en el año 2016.

En los Estados Unidos los jueces de la Corte Suprema se mantienen en el cargo de manera vitalicia y el alto tribunal actúa como intérprete final de asuntos de la máxima relevancia política y social. Por eso su designación tiene tanto valor, especialmente ante un panorama electoral tan complicado como el de este momento.

Es de destacar que importantes figuras republicanas han tratado de calmar el ambiente y de hecho han expresado posiciones contrarias a Trump. Por ejemplo el lider de la mayoría republicana en el Senado, Match McConnell, ha expresado en un mensaje público que el ganador de las elecciones será investido presidente y que “habrá una transición ordenada, como siempre”. Por su parte líderes demócratas como Nancy Pelosi, al frente de su partido en la Cámara de Representantes, consideró como “muy triste” que el presidente plantee dudas a la transición pacífica, le pidió al mandatario que se “calme” y le recordó la necesidad de respetar las instituciones.

La campaña electoral en Estados Unidos

A horas del 3 de noviembre, las preocupaciones de partidarios de Joe Biden tienen base real

Héctor Hernández Pardo

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El complicado sistema electoral de Estados Unidos permitiría que ganara un candidato que no obtuviera la mayoría de los votos. El aspirante demócrata, su compañera de fórmula  y su equipo intensifican la participación en la campaña e insisten en exhortar a los ciudadanos en ejercer el voto. Aumenta el peligro de que se concreta la amenaza del presidente de impugnar las elecciones, si le resultan adversos los resultados, puesto que balance en el Tribunal Supremo se inclina a la derecha. Siguen las contradicciones entre Trump con respecto a la situación de la pandemia, la realidad sanitaria en el país y asesores del presidente. Aumenta el promedio semanal del número de muertos por la enfermedad del COVID-19.

Mientras el Senado de Estados Unidos, dominado por republicanos, en un proceso apresurado impulsado por Donald Trump confirmaba a la jueza conservadora Amy Coney  Barrett como nueva integrante del poderoso Tribunal Supremo de ese  país, lo que asegura una mayoría de 6 a 3 de los magistrados de derecha en dicha institución, el candidato demócrata a la presidencia Joe Biden, y su equipo de campaña, siguen llamando a sus seguidores a ejercer el voto y que no se dejen llevar por las encuestas.

Las precauciones y alertas del equipo demócrata tienen muy en cuenta antecedentes recientes. El complicado sistema electoral en Estados Unidos permite que –aunque se tenga mayoría en el voto popular- el que ocupe la silla presidencial sea el menos votado.

En el 2016 Hillary Clinton superó con más del 2 % de votos de la ciudadanía a Donald Trump, pero el magnate inmobiliario se fue a la Casa Blanca. En el año 2000, el aspirante demócrata Al Gore también tuvo más votos que George W. Bush, pero al final el republicano se  hizo del Gobierno, tras un muy confuso y posiblemente amañado proceso de recuento en La Florida, que puso de manifiesto las debilidades del sistema.

Es que los que realmente eligen al presidente en Estados Unidos son los llamados “electores” que ejercen ese compromiso, supuestamente en nombre del pueblo, mediante un sistema de colegios electorales. El voto no es directo, sino que son esas personas llamados “compromisarios”  o “electores”, en una cifra determinada por cada estado, quienes deciden en última instancia. Se puede tener una mayoría del voto popular, pero se pierde la contienda si no obtiene una mayoría de esos representantes designados de los colegios electorales de los estados.

Son en total 538 compromisarios distribuidos en 50 estados  y el Distrito de Columbia. Se supone que esos representantes designados de cada estado conceden todos sus votos al candidato que gana la mayor cantidad del respaldo ciudadano en el territorio…y aunque también se llama a guardar lealtad a esos principios,  hay antecedentes de que pueden violarse las normas.

El ingreso de la jueza Amy Coney  Barrett, conservadora y amiga de Trump, al Tribunal Supremo de Estados Unidos es otro hecho que tiene nerviosos a los demócratas, puesto que esa institución podría tener en sus manos una decisión final ante una posible impugnación de las elecciones presidenciales por el Jefe de la Casa Blanca, amenaza que viene repitiendo insistentemente.

De ahí la intensificación de la campaña electoral por parte de Joe Biden, de su compañera de fórmula Kamala Harris y de otras figuras como el expresidente Barack Obama lanzado también en busca de adeptos para el binomio demócrata. Pero el Jefe de Gobierno y su equipo no se quedan atrás, y ha multiplicado su participación en mítines en diversos territorios. En apenas tres días logró presentarse en Carolina del Norte, Wisconsin, Persilvania, Michigan y Nebraska.

El presidente sigue insistiendo en que su gobierno tiene bajo control la pandemia del COVID-19, pese a las cifras alarmantes en el país de los contagios y decesos por la enfermedad. Pero estas afirmaciones no sólo se contradicen con la realidad, sino que ha producido escandalosas contradicciones con sus propios asesores.

La prensa que le sigue reportó que un acto en New Hampshire, Trump reiteró que la nación estaba mejorando respecto a la pandemia y dijo  “Estamos en un punto de inflexión. Tenemos las vacunas, tenemos todo…”. Pero casi paralelamente en una entrevista hecha por la BBC el principal experto de enfermedades infecciosas en Estados Unidos, Anthony Fauci, manifestó que aún no existe vacuna alguna, y que de lograrse una “segura y efectiva” antes de fin de año, tomará varios meses antes de que el medicamento pueda estar disponible masivamente.

Por otro lado, Mark Meadows, jefe del Gabinete del Trump, en declaraciones a la CNN, reconoció que el gobierno no puede controlar la pandemia, lo que fue considerado por Joe Biden como que la administración actual “ha renunciado a su deber básico de proteger al pueblo norteamericano”.

La catastrófica situación de salud en Estados Unidos con la pandemia del nuevo coronavirus ha provocado ya más de 228 mil muertes y registrado cerca de 9 millones de contagiados. Según datos suministrados por la Universidad Johns Hopkins, a pocas semanas de las elecciones el promedio de fallecimientos en el país se ha incrementado notablemente.

No pocos aseguran que esa crisis sanitaria, acompañada de la crisis económica y social que se registra en territorio norteamericano, serán factores que le pasarán la cuenta al magnate inmobiliario en las elecciones del próximo 3 de noviembre. Muchos en el mundo así lo desean y lo manifiestan públicamente, como la joven sueca luchadora contra el cambio climático Greta Thumberg, que nunca se ha involucrado en cuestiones partidarias, pero que esta vez –dirigiéndose el pueblo norteamericano- no pudo contenerse y  declaró: “¡Maldita sea! Simplemente organícense y hagan que se vote por Biden”.

Ya se sabe que de producirse ese resultado adverso a Trump  no significará modificación sustancial del sistema imperial, pero no queda duda que la política exterior ultranefasta del actual gobernante (que se ha caraterizado por el desconocimiento al multilateralismo y la retirada de Estados Unidos de importantes organismos globales; hacer trizas acuerdos que benefician a la paz y establecen la cooperación contra el cambio climático; la violación del derecho internacional, los derechos humanos y los principios de soberanía y autodeterminación de países; las medidas abusivas a los inmigrantes; poner en crisis las normas de comercio global y aplicar con carácter extraterritorial leyes de bloqueo económico…),  le ha ha producido al Jefe de la Casa Blanca un rechazo casi generalizado en el mundo; lo mismo de aliados del país de las barras y  las estrellas como de aquellos que rechazan la obsesión hegemónica del “establishment”  norteamericano.

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La campaña electoral en Estados Unidos

Insólita declaración de Trump: dice que lo mejor es no escuchar a los científicos

Héctor Hernández Pardo

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Increíble, pero cierto, dice que no se deben atender los consejos de la ciencia. Ignora olímpicamente que el país norteño está bajo una crisis sanitaria, económica y social. Aparecen nuevas fisuras en las filas republicanas Las cifras millonarias para la financiación de la campaña de uno y otro candidato ahora favorece a Joe Biden. Analistas advierten sobre posible sorpresa en este mes de octubre, vísperas de la fecha de las elecciones.

Increíble, pero cierto. Uno de los argumentos de Donald Trump para que el electorado norteamericano no vote por su oponente el candidato demócrata Joe Biden, es que éste–de ser elegido presidente- escucharía a los científicos.

La prensa que sigue la campaña del magnate inmobiliario se hizo eco de  su discurso en Nevada, ante unos cinco mil seguidores, la mayoría sin mascarillas, en el que el Jefe de la Casa Blanca expresó que si Biden gana en las elecciones de noviembre “escuchará a los científicos”.

Luego de intimidar a los asistentes al mitin con que el candidato demócrata entregaría “el futuro al virus, pues cerrará el país y escuchará a los científicos”. Añadió que si él (Trump) se hubiera guiado por los consejos de los profesionales de la ciencia “ahora mismo tendríamos el país en una depresión tremenda, pero–en cambio-vamos como un cohete. Mirad los números”.

Observadores neutrales en la contienda han comentado que las ideas engañosas del presidente no sólo aparecen en sus Twitter, sino que las  utiliza directamente en sus discursos, puesto que precisamente los números indican que Estados Unidos se encuentra en una crisis generalizada (sanitaria, económica, social). El país norteño registra la cifra más elevada de contagiados por el COVID19 en el mundo, con más de 8 millones 200 mil casos y más de 220 mil fallecimientos, en tanto el desempleo sobrepasa tasas superiores a las de la Gran Depresión de los años 30. Por otro lado, las protestas contra la violencia racial y los focos de grupos armados de derecha crecen en todo el país.

Muchos lectores se preguntarán cómo es posible tan insólito pronunciamiento, sin embargo lo más interesante es que lo aplauden los asistentes al mitin en expresión de que lo aprueban.

Paralelamente, siguen apareciendo algunas fisuras en el partido republicano. Políticos tradicionales de esa agrupación, como el exdirector del Instituto que lleva el nombre Barry Goldwater, considerado uno de los más representativos del conservadurismo norteamericano, ha manifestado públicamente su desacuerdo con la estrategia de Trump. Dijo que hay que repensar el Partido Republicano, “el mensaje no puede ser de odio y resentimiento”.

Mientras tanto, la campaña electoral de uno y otro candidato se intensifica a sólo unos pocos días del 3 de noviembre, fecha para los comicios, aunque ya–por adelantado-muchos ciudadanos han votado. Esta afluencia de electores a colegios electorales en varios estados, sin precedentes para muchos entendidos, hace augurar una elevada participación en la contienda presidencial.

Los equipos de ambas figuras, por otro lado, tratan por todos los medios de recaudar fondos. Ya se sabe que el dinero juega un papel relevante en esos procesos en Estados Unidos. Trump, por ejemplo, en California convocó a un evento a simpatizantes ricos en ese Estado con el único objetivo de atraer contribuyentes a su campaña. Según la prensa local, los tickets para el encuentro fueron desde 2,800 dólares por entrada hasta 150 mil dólares para una pareja que se quiera hacer una foto con el presidente.

Fuentes no oficiales indican que Joe Biden comenzó octubre con 432 millones de dólares para su campaña, mientras que Trump empezó el mes con 251 millones. Esa diferencia se aprecia en la televisión norteamericana, donde el candidato demócrata gana en minutos de anuncios contra el candidato republicano a razón de 2 a l.

La escandalosa financiación de las campañas electorales en territorio norteamericano, cifras millonarias cada vez más elevadas, sirve–sobre todo-para generar publicidad en medios de comunicación, especialmente en la televisión, lo cual se hace meticulosamente por especialistas en grupos multidisciplinarios y considerando los públicos al que se quiere captar.

Hasta ahora las encuestas sobre intención de voto siguen dando ventaja a Biden, pero analistas siguen advirtiendo sobre posibles sorpresas en lo que queda de octubre, que permitirían repetir la historia de hace cuatro años cuando se había vaticinado la victoria de Hillary Clinton y al final el resultado fue otro. Algunos se adelantan a decir que el mandatario está preparando alguna trampa con el supuesto cabildeo del hijo del candidato demócrata a favor de una empresa de gas de Ucrania.

Mas allá de las denominadas posibles sorpresas, hay un hecho cierto que pone en vilo este proceso electoral. Trump y sus partidarios han dejado claro que impugnan los votos por correspondencia so pretexto de que ese mecanismo favorece un fraude, lo que de hecho coloca sobre el escenario el peligro de un intento de desconocer los resultados de las elecciones, con todas las implicaciones que ello conllevaría.

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La campaña electoral en Estados Unidos

Nada puede darse por seguro en las elecciones en Estados Unidos

Héctor Hernández Pardo

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Sumario: Pese a que los estudios de opinión dan la ventaja a Joe Biden. El ambiente político dentro y fuera del país norteño, con respecto a los resultados, es de incertidumbre y riesgos. Trump sigue insistiendo en que no reconocerá cualquiera que le sea adverso. El candidato demócrata exhorta a sus partidarios a que no se dejen llevar por las encuestas. Hay cuestiones objetivas que, no obstante, deben desempeñar un papel en este proceso electoral.

A pocos días de las elecciones presidenciales, aunque las encuestas aseguran que el candidato demócrata supera en algunos puntos a Donald Trump, que aspira a un segundo mandato, el ambiente político en Estados Unidos se caracteriza por incertidumbre y riesgos, lo que también domina el termómetro internacional.

Para muchos analistas nada está seguro en esas elecciones, sobre todo desde que el Jefe de la Casa Blanca ha venido advirtiendo –en diferentes ocasiones- que no reconocerá un resultado adverso y que lo impugnará,  lo que, en las actuales condiciones sociales que vive el país norteño–con una polarización de posiciones, crecimiento de grupos violentos armados de la ultraderecha y una crisis generalizada- podría tener nefastas consecuencias. 

En ese sentido la posibilidad de que el sector conservador sea reforzado en el Tribunal Supremo de Justicia con la propuesta del mandatario de nominar a la jueza Amy Coney Barret, a pesar de la oposición demócrata, aumenta los peligros de que la acción anunciada por Trump complique el final de este proceso electoral.

El propio Joe Biden ha alertado a sus partidarios que no se dejen llevar por las encuestas y les exhortó a sus seguidores a trabajar con más  intensidad y ahinco. “Debemos seguir en campaña, conversando con la gente, y haciendo un plan para votar” dijo.

Algunos observadores recuerdan, no sin razón, que en el 2016 parecía que Hillary Clinton sería la ganadora  pero dado el enrevesado sistema electoral en Estados Unidos al final resultó victorioso Trump, a pesar de que la exsecretaria de Estado superó en número de votos al magnate inmobiliario.  

Lo cierto es que hay hechos objetivos: primero la crisis desatada por la pandemia del covid-19, que se refleja en todo el país y que ya ha costado miles de muertos y registrado millones de infectados; las consecuencias sobre la economía norteamericana que se ve envuelta en una situación de retroceso con cifras alarmantes de desempleo (con lo cual no contaba Donald Trump), y algunas fisuras en el bando republicano, con importantes figuras que se han desmarcado del presidente.

Destacados republicanos como por ejemplo el general retirado Colin Powel, quien fuera entre el 2001 y 2005 Secretario de Estado, declaró públicamente su oposición a Trump; y más recientemente el Gobernador de Massachussets, Charlie Baker, expresó que el candidato de su partido y presidente del país había sido “extremadamente irresponsable de palabra y acción con respecto al manejo de la pandemia del nuevo coronavirus”. 

Incluso, un relevante conservador, John Bolton, quien hasta hace poco fuera una persona de confianza de Trump, ha llamado a los republicanos, ante la posible derrota del presidente, a reflexionar, cuestionarse y redefinir sus acciones para no perder espacios en la política norteamericana. 

Muchos ciudadanos expresan que la elevada sensación de incertidumbre que se vive hoy en los Estados Unidos no tiene antecedentes.

En medio de esta situación, varias relevantes publicaciones científicas han anunciado el apoyo a Joe Biden y expresado duras críticas al inquilino de la Casa Blanca. La  prestigiosa  revista científica Nature en su último editorial atacó fuertemente a Trump, expresando que  “”Ningún otro presidente en la historia reciente trató hasta tal punto de politizar las agencias gubernamentales y purgarlas del trabajo científico. Las acciones de la administración Trump aceleran el cambio climático, arrasan la naturaleza, ensucian el aire y matan la vida salvaje, así como a seres humanos”. Agregó que el actual presidente de Estados Unidos “se ha convertido en un ícono para aquellos que buscan sembrar odio y división“.

La publicación científica  Scientific American, que en sus 175 años no se había manifestado en asuntos políticos,  anunció también su apoyo al candidato demócrata  y acusó al actual mandatario de oponerse a la ciencia y de “negar” el cambio climático. De manera similar se ha manifestado  Sin apoyar explícitamente al demócrata, el New England Journal of Medicine New England Journal of Medicine,  una revista médica publicada por la Sociedad Médica de Massachussets, expresado sus críticas al presidente por lo que considera una mala gestión ante la crisis sanitaria.

Otro sector de gran influencia en la opinión pública es la industria del cine en Hollywood, la mayoría de cuyos representantes se han caracterizado por las críticas al presidente Trump, a quien acusan de un discurso que incita al racismo, al machismo y a la violencia, y negacionista de la crisis climática. Celebridades del cine  Scarlett Johanson, Natalia Portman, Jane Fonda, Robert de Niro, Leonardo DiCaprio y otros –y también de la música y las demás expresiones artísticas- se han manifestado con esas opiniones en las redes sociales y entrevistas y programas televisivos. 

De acuerdo con encuestas, una cuestión nueva que pudiera repercutir en las elecciones es el hecho de que más del 50 % de los adultos mayores han mostrado su decisión de votar contra Trump, angustiados por el manejo de la pandemia. Este dato, en algunos estados, como es el caso de La Florida, modificaría lo que históricamente ha venido ocurriendo, y es que gente de la tercera –tradicionalmente conservadora- suele votar mayoritariamente por los republicanos

Según informaciones no oficiales la votación por adelantado supera ya los 15 millones de personas,  destacándose estados como Texas y Georgia, mientras esta semana ya se habían incorporado otros como Kansas, Rhode Island y Tennessee.

En estas circunstancias,  equipo de campaña del presidente ha acelerado la presencia de éste en actos en diversos estados en lo que se considera un intento por cambiar lo que reflejan las encuestas, a pesar de que prácticamente acaba de salir del positivo al Sars-Cov-2 y que para combatir la enfermedad recibió medicamentos muy fuertes.

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