La
cacería de animales era una afición arraigada entre algunos trabajadores de las empresas madereras, tanto
del Campamento La Sierra como de la Colonia Yucatán, ya que en los montes
aledaños abundaban las especies y
existían pocas restricciones de parte de las autoridades o quizás se respetaban
poco las normas en esta parte de nuestro estado. A la distancia vemos esa
afición como algo que a lo mejor no
debió realizarse, pero posiblemente las condiciones de esa época lo
permitían.
Era
común ver por las calles en motocicletas, bicicletas o a pie a diversos
conocidos que por las tardes se adentraban a los montes en busca de alguna
pieza para cazar, llámese paloma de monte, codorniz, pavo de monte, chachalaca,
o en su caso alguna pieza mayor como jaleb, cochino de monte o hasta algún
venado. Muchos regresaban ya entrada la noche, otros no tanto, dependiendo de la
habilidad y el conocimiento de los senderos por donde se adentraban. Entre los
nombres que se recuerdan por su afición
a la caza se encuentran el Dr. Duarte, Manzanero, Santiago López, José Pat,
Miguel Medrano, Carlos Rodríguez y algunos otros que seguramente tomaban otros
rumbos y no precisamente el del rumbo al puerto de El Cuyo, donde más abundaban los animales,
según los expertos en el tema.
Un
caso que nos puede ilustrar sobre la actividad es lo que deja escrito en un
artículo publicado en la Revista Frente a la Selva en el mes de enero de 1951, don Rubén Hurtado ,
personal administrativo de Maderera del Trópico y en ese entonces propietario
de la primera tienda de electrodomésticos de la Colonia Yucatán. Don Rubén
refiere:
“Un
domingo en la mañana, me fui de caza con
mi amigo Solís, veterano y magnífico cazador que, sea dicho de paso,
ultuimamente ha tenido una suerte negra, pues no ha cazado nada bueno.
Ya
en el bosque, nos separamos para seguir las huellas de un venado. A poco de andar y de no ver nada,
traté de reunirme con mi amigo Solís y
aquí comenzó mi mala estrella, pues no encontraba a donde ir. Todo el
monte me parecía igual. Estaba perdido. Durante mucho tiempo estuve gritando y
pitando con el cañon de mi escopeta y nadie contestaba mi angustioso llamada,
mi compañero , se había esfumado. En mi desesperación, me acordé del sol y
resolví guiarme por el Astro Rey. Así caminé y caminé mucho, bajo el monte, soportando
los rasguños de los garranchos y de los espinos, tan abundantes en la selva
yucateca.En mi triste recorrido vi gran cantidad de pavos de monte, jabalíes y
hasta 7 hermosos cochinos cinchados, que desfilaban en orden de estatura,
rarísimo verlos de cerca , pues siempre andan muy remontados. Me hubiera
gustado tirar uno o dos de ellos, pero en medio de mi angustia, pensé en
guardar los tres cartuchos que me quedaban para alguna contingencia y además
nada hubiera hecho por tirarlos, porque solo como estaba, no los hubiera podido
recoger.Llevaba como unas 8 horas de caminar perdido, me encontraba
desfallecido, muerto de sed, pensando que nunca saldría de mi atolladero,
cuando de pronto, como por milagro, salí a un camino viejo que me llevó al
camino principal y de ahí, directo a casita.
Cuando
llegué a la Colonia, ya se sabía que estaba yo perdido y vi a muchos cazadores
y amigos que se preparaban para salir a buscarme. Juré y juré no volver a la
cacería, pero a pesar de todo, he vuelto a las andadas. Ahora uso una brújula
que en muchas ocasiones me ha ayudado a salir del paso.”
En
la Colonia Yucatán las emergencias tales como incendios, gente perdida en los
montes como fue el caso de don Rubén Hurtado eran comunes, y tal vez por obligación o solidaridad a la
convocatoria del sonido de las fábricas
a través de su silbato de vapor aprendimos a diferenciar los sonidos de los que
marcaban las entradas, salidas y cambios de turnos de los trabajadores. El sonido ronco, era un sonido que jamás nos acostumbramos
a escuchar, pues presagiaba algún problema. Era común escuchar de nuestros
mayores ¡Dios mío algo está pasando¡ Y es en los recuerdos se alojan muchos casos de
emergencia aunque por fortuna la gran mayoría sin nada que lamentar mas que la
angustia de las familias.
Asociación
de Cronistas e Historiadores de Yucatán A.C.