Tras la caída de la
dictadura de Victoriano Huerta, el gobierno cubano, presidido desde el año
anterior por el general conservador Mario García Menocal, acogió con generosa
hospitalidad a sus partidarios. Entre los huertistas llegados a La Habana
figuraban el poeta Salvador Díaz Mirón, que había tenido que abandonar la
dirección de El Imparcial de México,
y el ex diplomático Federico Gamboa, recibido por el subsecretario de Estado de
Cuba y varias veces por el propio mandatario cubano. Entre los asilados también figuraban José María Lozano, secretario de Estado
de Huerta, el escritor y poeta Luis G. Urbina –que se radicó por unos meses en
La Habana (1915-1916) y después fue corresponsal de El Heraldo de Cuba en Madrid-, el compositor Manuel M. Ponce y el
médico y periodista Luis Lara Pardo.
Gamboa fue durante varios meses presidente del Círculo Mexicano de La
Habana o Casino Mexicano de La Habana, fundado en 1918 por 84 emigrados, un club aristocrático privado de ricos mexicanos
refugiados en la isla, entre ellos el ingeniero e historiador revisionista Francisco
Bulnes, José María Lozano, Antonio de la Peña, antiguo secretario de la
presidencia mexicana, y el parlamentario y periodista Francisco M. de
Olaguíbel, ex subsecretario de Relaciones Exteriores. Los partidarios de Huerta
también fundaron en La Habana un Centro
Mexicano de Auxilios Mutuos, del que fue presidente el general Carlos
Rincón Gallardo, duque de Regla y marqués de Guadalupe.
Entre los más prominentes
exiliados huertistas en Cuba figuraban también los generales Manuel Mondragón
–llegado a La Habana en 1917- y Aureliano Blanquet. Este último desembarcó en
la capital cubana a mediados de enero de 1919 y llegó a organizar una
expedición –financiada por el ex gobernador de Veracruz, también refugiado en Cuba,
Teodoro Dehesa, y los yucatecos José León del Valle, Luis Rosado Vega y Manuel Irigoyen
Lara- para luchar contra los constitucionalistas. Los complotados, entre los
cuales figuraban los generales Juan Montaño y Enrique González y los coroneles
Francisco Traslosheros y Luis Acosta, salieron en una embarcación del puerto de
Bahía Honda, Pinar del Río, el 16 de marzo de 1919, aventura que costó la vida
a Blanquet.
En su mayoría, los recién
llegados eran destacados miembros del clero, la política, el ejército o la
intelectualidad, comprometidos con la sangrienta dictadura de Huerta, como el ex gobernador de Yucatán, coronel Abel Ortiz
Argumedo, este último trasladado a la isla en el crucero Cuba en mayo de 1915 con toda su inmensa fortuna, además de fondos
estatales, federales y de particulares. El coronel Ortiz Argumedo, con el apoyo
de la oligarquía henequera yucateca, había derrocado con anterioridad al
gobierno constitucionalista en la península para impedir las reformas sociales,
aunque en marzo de 1915 fue derrotado por las fuerzas del general Salvador
Alvarado. En la misma embarcación de la marina de guerra cubana –el crucero Cuba-, arribaron a la isla decenas de
yucatecos acaudalados y residentes cubanos que huían del avance de las fuerzas
carrancistas sobre la península mexicana. Entre los emigrados yucatecos se
encontraban también Avelino Montes y Olegario Molina Solís, los principales
propietarios del henequén.
Otros encumbrados
yucatecos refugiados en Cuba fueron el arzobispo de Yucatán, Martín Trischler–también
estuvo asilado en La Habana el arzobispo de México José Morra-, y el general
Prisciliano Cortés, que había sido gobernador del estado de Yucatán durante el
régimen huertista. Unos de los partidarios de Ortiz Argumedo, Temístocles
Correa, ex jefe político de Tizimín, intento organizar otra expedición armada.
Entre los involucrados en este grupo de conspiradores yucatecos que actuaba en
La Habana estaba también el ex gobernador Eleuterio Ávila.
Algunos de los exiliados
huertistas, enemigos jurados de Carranza, fundaron en La Habana la revista
mensual conservadora América española
(1917), dirigida por el militante católico michoacano Francisco Elguero
Iturbide, devenido entre 1916 y 1919 colaborador del periódico habanero Diario de la Marina, donde publicó más
de 300 artículos en su columna Efemérides
históricas y apologéticas. En el
mismo diario conservador escribían los emigrados políticos Querido Moheno,
abogado chiapaneco y ex ministro de Estado de Huerta, el periodista José
Elgueró y los ya mencionados Francisco M. de Olaguíbel, Antonio de la Peña y
Reyes y Federico Gamboa, quien también fue subdirector de la revista habanera La reforma social. Esta última
publicación, fundada en 1914 por Orestes Ferrara, publicó varios artículos contrarios
a la Constitución mexicana de 1917.
Estos
años fueron los de mayor entrada de mexicanos a Cuba, que alcanzó su altura
máxima entre 1915 y 1917, en correspondencia con la etapa más convulsa de la
lucha armada en México. Para huir de las persecuciones religiosas en Yucatán,
viajaron también a Cuba 56 sacerdotes y monjas en 1915. Según los datos del censo, en Cuba se duplicó
la presencia de residentes mexicanos entre 1907 y 1919, año este último en que
residían en la isla 3, 469 mexicanos.