A fines de febrero de 2021 el escenario
internacional de la pandemia de la COVID-19,
tiene un eje central que es inmunizar a más de 7,000 millones de
personas en todo el orbe. Difícil reto para la sociedad del siglo XXI que
deberá afrontar, venciendo las férreas resistencias que se presentan en el
paisaje global. Particularmente a las
políticas de aquellos gobiernos de las potencias occidentales que no hacen todo
lo humanamente deseable para vencer al virus Sars-Cov-2. Por ello el gobierno
de México durante la sesión del Consejo General de Seguridad de la Organización
de Naciones Unidas, realizada el pasado 17 de febrero condenó el acaparamiento
del antiviral por los países productores. Especialmente cuando el canciller
mexicano, Marcelo Ebrard Casaubón convocó a la comunidad internacional para
evitar la acumulación de vacunas y
también para acelerar las entregas de los biológicos en su primera etapa al
Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (COVAX, por sus siglas en
inglés). Tarea urgente y obligada para
todos los países del mundo, pero prioritariamente para apoyar a los más
vulnerables. Pensemos que los sectores más pobres del mundo son los más débiles
para vencer la pandemia. Sin la erradicación de la COVID-19 en ellos no se fortalecerá la difusión del
flagelo. Su vulnerabilidad en medio de la pandemia alcanzará más rápidamente a
todos los sectores en un mundo hoy cada vez más globalizado. Recordemos que
entre febrero de 1918 y abril de 1920,
exactamente hace 101 años, el planeta entero padeció una de las mayores
pandemias cuando se expandió la llamada
“influencia española”, la cual generó más de 50 millones de fallecimientos. Por
aquellos años la población mundial
alcanzaba aproximadamente los mil 800 millones de habitantes.
En nuestros días de acuerdo con las
estimaciones de la Johns Hopkins
University, a nivel global el número de
infectados se ubica muy cerca de los 112 millones y de 2,5 millones de
fallecidos aproximadamente. Cantidad acumulada en más de un año de propagación
de la coronavirus. Si pensamos en otros
periodos de la historia, especialmente cuando llegaron al llamado Nuevo Mundo los
colonizadores europeos, expandieron una
guerra bacteriológica que diezmó dramáticamente a los legítimos propietarios de
estas tierras (como los caracterizaba correctamente, Simón Bolívar, nuestro
gran libertador en su “Carta de Jamaica”.
Con el llamado “descubrimiento” de las Indias Occidentales, perdieron -conservadoramente-,
la vida más de 40 millones de personas, despoblándose gran parte del Nuevo
Mundo. “Lo cierto es que las epidemias fueron
llegando en grandes oleadas, provocando un daño irreversible en las poblaciones
indígenas: la influenza suina o gripe del cerdo (1493), la viruela (1518-1526),
el sarampión (1530-1532, 1559, 1563-1564 y 1595), la varicela (1538), la gripe
(1558-1559), el tifus o la peste pulmonar (1545-1548 y 1576-1580), las paperas
(1550) la tosferina (1562), la peste (1560-1561 y 1587-1595), la difteria,
etcétera. La mortalidad fue espantosa al igual que dos siglos después lo fue en
Oceanía, muy a pesar de que ya se conocían los mecanismos de transmisión así
como algunas vacunas, como la de la viruela”
Ver: https://estebanmiracaballos.blogia.com/2015/041801-el-encuentro-europa-am-rica-la-mayor-hecatombe-demogr-fica-de-la-historia.php
En nuestros tiempos, los deseos y anhelos
más humanos es que la pandemia sea erradicada. Para las estrategias de los
países occidentales y desarrollados, ha sido en primer lugar inmunizar a su
población olvidándose esencialmente del resto del mundo. De ahí que el mismo
secretario de la ONU, Antonio Guterres, ha llegado a manifestar la alarma de
que únicamente una decena de países han administrado el 75% de las dosis de las
vacunas. Agregando que 130 naciones no han recibido ninguna. Es decir, la
exclusión al biológico se ha concentrado en los países más ricos del planeta.
De ahí que el mismo canciller mexicano, con mucho énfasis puso el dedo en la
llaga al mencionar la exclusión y al apuntar que los países con
menores recursos (y por lo tanto su población más deprimida económica y
socialmente), “no tendrán acceso
generalizado (a los inmunológicos) hasta la mitad de 2023”. Tal situación muestra de nueva cuenta -como fue
en el periodo colonial de nuestra América-, que los excluidos en los tiempos
del neoliberalismo son en el siglo XXI medicamente mucho más vulnerables.
En otras palabras estamos refiriéndonos
al hecho de que hay un gran monopolio de las vacunas generado por la
acumulación de las riquezas en las naciones más desarrolladas del mundo
capitalista. Solamente la actitud de algunas naciones como Rusia y la República
Popular China, han considerado a las
vacunas contra la COVID-19 como un bien público. Gracias a esa política algunos
países de un desarrollo medio y otros más del llamado Tercer Mundo, han logrado acceder
a la vacunación. La vacuna rusa Sputnik V del Instituto Gamaleya ha tenido la
autorización para su administración en más de 27 países, entre ellos la misma
Rusia, Serbia, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y México entre otros.
En tanto que el compuesto
Ad5-nCoV, producido por el Instituto de
Biotecnología de Beijing y CanSino Biologics,
se ha aplicado en China y distribuido en Turquía Brasil, Colombia, México
y Chile entre varios de los países del llamado Tercer Mundo.
En ese contexto, destaca el acuerdo
entre los gobiernos de los presidentes Andrés Manuel López Obrador (México) y Alberto Fernández (Argentina) de producir y
distribuir para las naciones de nuestra América un biológico como el de
AztraZeneca y la Universidad de Oxford que destaca por generarse sin fines de
lucro. De igual manera sobresale el avance de las políticas sanitarias de la Revolución Cubana, la cual ha permitido
que por su espíritu solidario y el desarrollo de la industria biofarmaceútica, haya
logrado avanzar en la generación de cuatro vacunas: Soberana 01, Soberana 02, Abdala
y Mambisa. El segundo biológico impulsado por el Instituto Finlay de Vacunas, el
cual se encuentra en su fase III de ensayos clínicos (comienzan el primero de
marzo participando más de 42 mil ciudadanos de Irán y Cuba). El presidente
cubano Miguel Díaz-Canel ha mencionado: “Ya
se produce Soberana 02 a gran escala, en Biocen (Centro Nacional de
Biopreparados), institución científica de BioCubaFarma con 30 años de
experiencia en producción de vacunas” (La
Jornada, 22-02-21). con us resultados sale efectiva erzose Mndo
mntelogre sustierras (como los caraterizaba
Repmulada en aproximadamente un año deMáxime si con “la
aplicación de tres dosis la inmunidad sea
permanente” (La Jornada, 17-02-2021).
De ahí que un reclamo de todos los pueblos y países de nuestra América y del
mundo periférico sea: ¡Vacunas para el bien de todos!