En este mes se cumplieron 100 días de
haberse puesto en marcha el llamado “Plan
de Mejora a la Movilidad Urbana para el Centro Histórico de Mérida”, un proyecto
que a todas luces estuvo lleno de cuestionamientos y bemoles respecto a su
concepción y sobre todo a su implementación.
La finalidad de este plan era mejorar
el desplazamiento tanto de peatones, ciclistas y conductores, como del
transporte publico para minimizar los congestionamientos y las aglomeraciones innecesarias
de la gente en el Centro Histórica de
la ciudad. Sin embargo, mucho se criticó que para desarrollarlo no se tomara en
cuenta la opinión ni las necesidades de los usuarios y del público en general, ya
que a la primera semana de su implementación se dejó ver una serie de insuficiencias
e errores en cuanto a la práctica del
mismo.
Desde paraderos ubicados diametralmente
separados uno del otro, distancias exageradas que los usuarios tenían que
recorrer diariamente en más de una ocasión al día, rutas ambiguas, horarios de
rutas que no se ajustaban a los tiempos
de los trabajadores, afectación a vecinos y residentes que habitan ciertas
zonas del centro donde se reubicaron los paraderos, inclemencias del tiempo
como las lluvias que inundaron varias de las calles del centro histórico y
muchos otros sinsabores que día a día fueron experimentando las personas que
hacen uso cotidiano del transporte público.
Paulatinamente, y derivado de las
múltiples quejas de los propios usuarios, así como del gremio de comerciantes
que vieron aún más mermadas sus ventas por la nueva disposición, se procedió a
llevar a cabo una segunda, y tercera, reubicación de los paraderos de las rutas
con tal de “acercarlas” más y con
ello disminuir las afectaciones que los usuarios experimentaban en su vida
laboral cotidiana.
Posteriormente se anunció una nueva
medida para apoyar el desplazamiento de los usuarios: las rutas de acercamiento,
las cuales eran un circuito interior, gratuito, que permitía que los usuarios
abordaran en un punto del centro una ruta que los llevaría al siguiente
paradero, ahorrándose la necesidad de caminar ciertas cuadras sufriendo las
inclemencias del sol y de la lluvia. Aquí es importante señalar que el
Ayuntamiento continúo brindando para personas de la tercera edad, mujeres
embarazadas y personas con alguna discapacidad, la ruta interior que ya tenía
un par de años funcionando y apoyando a esos grupos vulnerables que necesitaban
llegar al centro para hacer sus compras u otras diligencias.
Si bien, esta medida fue bien vista, y
hasta aplaudida por algunos, no deja de ser una medida desesperada para tratara
de corregir una situación que se pudo haber evitado, si se hubieran considerado
las verdaderas necesidades de las personas que requieren utilizar el transporte
publico y llega al centro de la ciudad a manera de transborde. Y ya que
mencionamos este punto, parece justo señalar igualmente la cuestión de las
rutas “externas” aquellas que no
llegan al centro histórico, sino que transitan entre las diversas colonias y
fraccionamientos de la ciudad como lo son las rutas de los circuitos: colonias,
metropolitano y otras.
La gente no se percató que al inaugurarse
la llamada “ruta de la salud”, la cual brinda servicio exclusivo al personal
médico, tuvieron que “tomarse prestadas”
unidades de transporte de las rutas de los circuitos principalmente, lo cual
llevo a que se rejera la plantilla de las mismas, haciendo el tiempo de espera
entre una unidad y otra mucho mas largo que con anterioridad, produciendo, no
sólo retrasos en los usuarios, sino que también generaba sobredemanda de las
rutas y por ende, congestionamiento y sobrecupo en las unidades, lo que precisamente
se pretendía evitar para no exponer a la gente a contagios por las
aglomeraciones.
Hoy en día se anuncia que el plan fue
verdaderamente efectivo, y que con su implementación se logró frenar los
contagios masivos por uso del transporte público. Y que en gran medida la gente
está satisfecha con el programa. Esto último es realmente cuestionable,
principalmente si consideramos que hasta el momento no existe instrumento para
medir cuantitativa, ni cualitativamente el nivel de aceptación que los usuarios
tienen con respecto al programa. No se están llevando a cabo encuestas ni
entrevistas a las personas que utilizan el transporte público, únicamente
pareciera que se basan en información arrojada por los transportistas, lo cual
no necesariamente refleja la realidad de este fenómeno.
Si bien, hasta ahora el Plan de
Movilidad pareciera que ha cumplido con su misión, esto no debe al plan per
se, sino más bien a la disponibilidad de los usuarios que han tenido que
adaptarse a todas aquellas medidas que han venido aplicándose desde el mes de
septiembre del año pasado y hasta la fecha. El plan de movilidad ha sido más un
triunfo de los usuarios que de las autoridades, ya que se siguen tomando
decisiones desde un escritorio, por personas que pocas veces, o nunca, han
tenido que hacer uso del transporte público, por lo que desconocen cuáles son
los verdaderos problemas a los que la gente se enfrenta día a día al salir a
trabajar.